Si la mayoría de la humanidad asocia la pérdida de peso al doloroso, frustrante proceso de prescindir de alimentos durante una tiempo no es por falta de alternativas. Puede culparse a la mala publicidad, como casi todo en el mundo de la imagen, de no darle importancia a los estudios que demuestran que la gente más preocupada de las dietas es la más propensa a aumentar de peso. Puede volverse siempre al mayor fracaso de Occidente en los últimos años: la cultura alimenticia que tenemos no está compuesta de costumbres sanas. El mundo actual nos pone fácil comer mucho y mal. Aunque en Europa le tengamos más miedo a la comida rápida que en Estados Unidos, aquí tenemos menús del día. Y las oficinas de todo el planeta tienen máquinas expendedoras con alimentos muy poco saludables. Así, una clave fundamental para regular el peso que ganamos y perdemos, es la psicología y los hábitos con los que incorporamos la comida a nuestras vidas.
http://elpais.com/elpais/2014/09/26/icon/1411726904_889864.html
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